Lejos están los tiempos en que las mascotas debían despedirse cuando se aproximaba la llegada de un bebé. Hoy sólo se requiere planeación y educación para que todos vivan en perfecta armonía.
Queridos visitantes, me da mucho gusto tener la oportunidad de escribirles un poco sobre este tema tan importante y delicado: la llegada de un bebé a la casa. Los niños son el tesoro más grande de la humanidad, ellos serán los próximos gobernantes y tomadores de decisiones de nuestro planeta, en ellos están sembradas nuestras esperanzas de tener un mundo mejor, y estoy segura que toda madre desea que su pequeño o pequeña sea la mejor persona que pueda ser. Para eso los padres deben trabajar mucho, sobre todo en la infancia.
Una de las cosas que deben aprender los niños es a ser empáticos, el tener la capacidad de reconocer los sentimientos, las emociones y las necesidades de los otros es una cualidad que, si todos la desarrolláramos, este mundo y las relaciones entre los humanos, nuestras relaciones con los animales, e incluso con el planeta, serían muy diferentes, serían mejores. Tener un perro o un gato cuando se es niño es la mejor manera de enseñar esto, ya que el niño aprenderá a conocer diferentes necesidades, maneras de expresarlas, diferentes maneras de ser, etc. Esta y muchas otras ventajas se obtienen de crecer con un animal de compañía, así que si ya tienes uno y estás esperando un bebé o lo estás planeado, no te deshagas de él, mejor enséñalos a convivir desde el embarazo.
Lo primero a considerar es que muchas veces las parejas, al casarse, adoptan un perro o un gato con la idea de formar una familia más completa, por así decirlo. Al hacer esto la responsabilidad que adquieren con los animales es para toda su vida. Con esto no quiero decir que el perro o el gato van a ser más importantes que el bebé, sólo digo que también se debe ser responsable de esa decisión. Una vez aclarado el punto, prosigamos a lo concreto: ¿Qué hacer?
Supongamos que tenemos un perro o gato adulto y nos enteramos que vamos a ser papás. Eso va a traer muchos cambios en la casa, llantos, olores, cambios de horarios, de muebles, visitas, entre otros. El perro o gato pueden llegar a resentir mucho estos cambios, sobre todo si era el “consentido” de la casa y ahora será desplazado. Sin intensión de humanizar, es muy semejante a lo que pueden llegar a sentir los niños cuando llega un hermanito, la diferencia es que en el embarazo se va preparando al hermano mayor para dichos cambios. Así también, podemos ir acostumbrándolos a los mismos.
Durante los últimos meses del embarazo los futuros papás deben tratar de hacer simulacros de cómo se piensa va a cambiar la vida de la familia, y en base a esto tomar decisiones importantes. Lo que les pido que hagan concretamente es que se sienten y escriban las nuevas reglas familiares. En este escrito se deben poner lo que estará permitido que el perro haga y lo que no, así como la consecuencias a ambas conductas.
Por ejemplo:
Regla: El cuarto del bebé permanecerá abierto para escuchar al bebé por si llora. Pero “Laika” o “Misha” no podrán entrar a esta habitación nunca.
Meta: enseñar a “Laika” y a “Misha” a no entrar a la habitación aún con la puerta abierta.
Cómo: Haz ejercicios específicos con la siguiente mecánica. Se le deja puesta la correa y si “Laika” entra, se le toma de ésta, se saca de la habitación y se da una orden como “Afuera”. Una vez que la perrita sale de la habitación se le premia con algo sumamente apetecible para ella. Este ejercicio se repite cuantas veces sea necesario; si no hay nadie en casa, la puerta de la recámara debe permanecer cerrada. Con el gato es muy fácil, se puede poner un sensor de citronella que se activa cuando el gato pasa, suelta un poco de spray y el gato a prende a no entrar ahí. O bien, hacer lo mismo que con el perro, aunque si el gato no está acostumbrado a la correa, se puede hacer sin ella. Lo más importante es premiar el estar afuera de la habitación.
Esto se debe hacer con cada aspecto de la nueva rutina, recordando siempre que el éxito depende de la constancia y la consistencia. Es decir, siempre que el animal realiza una conducta recibe la misma respuesta de parte de todos los miembros de la familia. Por eso estas reglas se deben hacer en consenso de todos los integrantes de la misma.
En la próxima entrega, te platico sobre esas reglas y el escenario que puedes esperar sobre ello.
Pero antes de que te vayas, platícame de casos que conozcas. ¿Vale?
ehhhhh!! que padre! ya quiero la segunda entrega!